Por: Oscar Mauricio Ramírez Contreras
Todos conocemos a grosso modo que es una expectativa, esta la podemos definir coloquialmente como algo que queremos o esperamos que pase, sin embargo, no nos percatamos de cuanto estas expectativas pueden ser patologizantes y entrometerse directamente en nuestra vida. Para ejemplificar y desarrollar de mejor forma el presente blog, quiero redactar un caso de una paciente que tuve hace un par de años en mi consulta clínica:
“Motivo de consulta: Mi esposa es muy celosa, parece loca y no puedo vivir tranquilo porque siempre me esta celando y haciendo shows en el trabajo y cuando salgo. Por lo que desea que su esposa inicie proceso psicoterapéutico. (aquí ya empezamos mal, pero este es asunto de otro blog).
Paciente mujer de 60 años (aprox.) unión libre por 25 años, ama de casa sin ingresos, económicamente dependiente de su marido.
Se trata de una mujer quien refiere haber vivido 25 años con su marido esperando que en algún momento cambiara, ella ESPERABA que después de tanto tiempo él dejara de tomar y se enfocará en la familia y en ella, cosa que no ha sucedido y cree que no sucederá. Refiere diferentes episodios de infidelidad y dificultades a nivel de convivencia con su pareja, lo cual según ella, le ha hecho reaccionar de forma desproporcionada con él cuando trata bien a otras mujeres, porque con ella el no es así… (Etc.)”
Con esta breve (muy breve) descripción del caso, podemos identificar muchas distorsiones en la forma de pensar de esta mujer, pero los contextualizo un poco más, ella lo conoce en un bar no de muy buen aspecto, tomando y borracho con sus amigos, a partir de allí empiezan una “relación” la cual se basa en beber cada ocho días, luego ella se va a escondidas con él y desde allí empiezan los problemas, porque ella desea, en lo más profundo de su alma, que él cambie por ella, porque después de todo es un hombre trabajador.
Así mismo, podemos observar como ella comprenda su propio pensamiento distorsionado con un “démosle otra oportunidad” o “el va a dejar eso” y asi duro mas de 25 años; finalmente mi contrato termina abruptamente en la ips donde laboraba sin poderle dar un cierre o continuidad adecuados a este proceso, de corazón… espero que hayan encontrado un colega que haya continuado el proceso adecuadamente.
Más allá de eso, la idea de las expectativas es aprender a controlarlas, y es que no es malo tener expectativas ya que siempre esperamos algo de las personas o del destino, pero lo que sí debemos aprender a hacer es que cuando llegue el momento en el que esa expectativa no se cumple… Debemos reevaluarla y medir si es prudente seguir o no con esta expectativa. Aquí entra lo que mi abuelito solía decirme: “Mijo… la vida nos da tres suertes y depende de usted si las agarra o no…”, porque cada “suerte” implica un cambio de vida importante y precisamente eso es lo que no queremos que pase, porque nos asusta el cambio y nos aterra perder las expectativas de algo.
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