PROCRASTINACIÓN: EL ARTE DE DEJAR LO INCOMODO PARA DESPUÉS

Teniendo en cuenta la velocidad con que pasa la vida, los cambios constantes y diversos que presenta el mundo, consigo las demandas y exigencias diarias del medio hacia nosotros, además de los objetivos y metas personales, nos encontramos bajo una inquebrantable presión que nos lleva a cumplir a cabalidad con estos para así ser productivos, efectivos, incluso eficaces, aquí es donde resulta pertinente mencionar un fenómeno que ha estado presente en la historia de la humanidad y ha cobrado fuerza, siendo más común en la sociedad moderna: LA PROCRASTINACIÓN, la cual anteriormente era vista únicamente desde la postergación de tareas, sin una connotación negativa, era socialmente aceptada y justificada, esta perspectiva cambia con los tiempos de la industrialización y productividad de lo cual depende el progreso económico y financiero de la sociedad.

Entendiendo por procrastinación como “posponer la culminación de una tarea que usualmente resulta en un estado de insatisfacción o malestar subjetivo” Ferrari et al., (1995) citado por Atalaya y García (2019), es decir que como seres humanos poseemos una posible tendencia a posponer tareas importantes a favor de actividades menos prioritarias o incluso triviales, donde podemos llegar a postergar un proyecto importante hasta el último minuto, evadir la toma de decisiones importantes o dejar para después las tareas del día a día, haciendo presencia en los diferentes ámbitos de la vida como el académico, profesional, familiar, de relaciones interpersonales, salud e incluso en el uso del tiempo libre haciendo que se convierta en un hábito difícil de romper.

La procrastinación puede ser causada por una variedad de factores los cuales se pueden relacionar con nuestra historia de vida, sistema de creencias, el autoconcepto, incluso nuestra percepción de las situaciones, entre estos factores podemos encontrar:

  1. Miedo al fracaso o al éxito: A veces posponemos tareas importantes porque tememos no estar a la altura de las expectativas o porque tememos el éxito y las responsabilidades que conlleva, siendo una forma de evitar el enfrentarnos a nuestros miedos y creencias limitantes.
  2. Falta de motivación: Si una tarea o meta no nos interesa o no nos motiva, es probable que estas no estén conectadas con nuestras necesidades, lo cual conlleva a una resistencia de llevar a cabo actividades que carecen de significado para nosotros.
  3. Autoexigencia y autocrítica: El deseo de que todo sea perfecto puede llevarnos a posponer las tareas hasta que sintamos que podemos hacerlas de manera impecable o incluso invertir más tiempo del necesario en busca de lograr este objetivo.
  4. Distracciones: En un mundo lleno de distracciones constantes, como las redes sociales, los videojuegos o la televisión, es fácil posponer el trabajo en favor de actividades más divertidas.

Estos factores pueden vislumbrar en las personas posible baja autoestima, responsabilidad, poca autoconfianza y autocontrol, comportamientos impulsivos, posible sintomatología depresiva o ansiosa y en algunos casos falta de organización, aspectos que pueden llevarnos a no lograr nuestras metas u objetivos, no obstante aunque en ocasiones podamos sentir que superar la procrastinación puede parecer una tarea desalentadora, existen estrategias que pueden ayudarnos a romper este hábito y aumentar nuestra productividad los cuales consisten en:

  1. Establecer metas claras y alcanzables: Dividir las tareas grandes en pasos más pequeños y establecer plazos realistas puede ayudarnos a evitar sentirnos abrumados y a mantenernos enfocados en nuestros objetivos.
  2. Eliminar las distracciones: Identificar las distracciones que nos impiden concentrarnos en nuestras tareas y eliminarlas o minimizarlas tanto como sea posible puede ayudarnos a mantenernos enfocados y productivos.
  3. Practicar la autorreflexión: Tomarse el tiempo para reflexionar sobre las razones detrás de nuestra procrastinación puede ayudarnos a identificar patrones de comportamiento y a abordar las causas subyacentes de nuestro hábito de postergar.
  4. Buscar apoyo profesional: Te ayudará a establecer metas claras, superar barreras emocionales, desarrollar planes de acción proporcionando apoyo y rendición de cuentas, a su vez que se puede lograr un entendimiento de las razones subyacentes detrás de la procrastinación y así poder desarrollar habilidades de afrontamiento y gestión del tiempo más efectivas.
  5. Usar técnicas de gestión del tiempo: Utilizar técnicas como la técnica Pomodoro, que consiste en trabajar en bloques de tiempo cortos seguidos de descansos, puede ayudarnos a mantenernos enfocados.
  6. Cultivar la autodisciplina: Aunque puede ser difícil al principio, cultivar la autodisciplina y comprometernos a seguir adelante con nuestras tareas incluso cuando no tengamos motivación, puede ayudarnos a superar la procrastinación a largo plazo.

En resumen, la procrastinación es un hábito común que puede afectar nuestra productividad y bienestar en general, por lo tanto intentar modificarlo y salir de allí implica comprender las causas subyacentes, la identificar patrones y la implementación de estrategias concretas, es decir que además de cambiar hábitos, se deben explorar y transformar aspectos más profundos de nuestra forma de pensar y creencias, lo cual permitirá un crecimiento personal y profesional más significativo, desde la raíz de la problemática.

FUENTE: https://revistasinvestigacion.unmsm.edu.pe/index.php/psico/article/download/17435/14661/60798

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