Para poder brindar un acompañamiento y ayuda oportuna e indicada es importante educarnos al respecto, tener claridad sobre qué son los ataques de pánico y cómo se pueden presentar. Estos se definen en el Manual Diagnostico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM – 5) como la aparición súbita de miedo o malestar intenso (se puede producir desde un estado de calma o de ansiedad) que alcanzan su máxima expresión en minutos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 30 % de la población ha sufrido o sufrirá algún ataque de pánico, durante la presencia de este se producen reacciones física graves cuando puede no existir un peligro real o causa aparente, es decir, se presentan manifestaciones fisiológicas que alertan al organismo de una posible amenaza contra su integridad física o psicológica, estos episodios pueden durar aproximadamente 10 minutos y se pueden presentar de forma diferente en todas las personas, en la mayoría de los casos se confunden las sensaciones con un ataque cardiaco o posible muerte, su sintomatología se caracteriza por la presencia de:
- Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardiaca.
- Sudoración.
- Temblor o sacudidas.
- Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
- Sensación de ahogo.
- Dolor o molestias en el tórax.
- Náuseas o malestar abdominal.
- Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
- Escalofríos o sensación de calor.
- Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo).
- Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).
- Miedo a perder el control o a “volverse loco.”
- Miedo a morir.
Teniendo en cuenta lo anterior, resulta pertinente mencionar que si presenciamos un episodio de estos debemos procurar por no invalidar el sentir y la sintomatología de quien lo presenta, ya que su experiencia es real y aterradora, aunque no exista ninguna amenaza, allí los niveles de adrenalina y cortisol aumentan preparándonos para la huida o el ataque, creando una serie de síntomas físicos, mentales y emocionales, por lo tanto la experiencia que se vive durante un ataque de pánico es intensa, a su vez es importante descartar la presencia de dolor en otras zonas del cuerpo, ya que de estar presente sería pertinente dirigirse a un centro de salud cercano.
Ahora queremos compartir con ustedes algunos métodos que podemos utilizar para ayudarnos a nosotros mismos y a los demás a superar los ataques de pánico en el momento que se presentan.
- Inicialmente cuando notamos un aumento en la respiración (hiperventilación), lo primero que debemos hacer es alejar a la persona de la situación o espacio en el que se encuentre, ya que puede estar favoreciendo esta crisis, se recomienda hablarle a la persona con frases cortas y simples.
- Una vez que apartamos a la persona, debemos procurar que se centre en alcanzar una atención plena para manejar la sensación irrealidad, concentrarse en lo que está ocurriendo en el momento y no en los errores del pasado o el miedo al futuro. Una herramienta que permite alcanzar este objetivo y recuperar el control de sí mismo es la técnica de Grounding la cual consiste en:
Lo ideal sería poder guiar a la persona durante este ejercicio para que pueda tomar conciencia de su cuerpo a través de todos los sentidos, lo cual permitirá conectar con el presente e interrumpir la cadena de pensamientos que pueden estar ocasionando este episodio.
- Orientar a la realización de ejercicios de respiración profunda o diafragmática ya que al presentarse la hiperventilación, disminuye la cantidad de oxígeno que llega al torrente sanguíneo y esto puede empeorar la sintomatología; estos ejercicios pueden generar una sensación de calma, reduciendo los niveles de adrenalina y cortisol.
- Ayudar a reconocer que lo que se está viviendo es un ataque de pánico, ya que luchar contra el mismo puede aumentar el nivel de los síntomas, el reconocimiento permite hacer consciencia de que es pasajero, comprendiendo que es una reacción del cuerpo al estrés.
- Implementar técnicas de relajación muscular las cuales se centran en liberar conscientemente la tensión de un músculo a la vez y así calmar la respuesta del cuerpo, la cual se presenta cuando se desencadena la respuesta de lucha o huida, es decir que reaccionamos tensando los músculos para protegernos y prepararnos para una amenaza.
- Preguntar qué necesita la persona, después de un ataque de pánico la persona está cansada, se puede ofrecer un vaso con agua o algo para comer.
- Se sugiere utilizar palabras útiles y alentadoras que permitan transitar el episodio de una forma segura para la persona, tales como:
- «Puedes superarlo».
- «Estoy orgulloso de ti. Buen trabajo».
- «Dime qué necesitas ahora».
- «Concéntrate en tu respiración. Mantente en el presente».
- «No es el lugar lo que te está causando las molestias; son tus pensamientos».
- «Lo que sientes es atemorizante, pero no es peligroso».
Estas pautas además de implementarlas en el acompañamiento a las personas que pueden atravesar este episodio también pueden ser utilizadas de forma personal e individual si llegamos a presentar un ataque de pánico, ya que son estrategias que logran funcionar para la gran mayoría personas, no obstante si eres consciente de que estos episodios son frecuentes, resulta pertinente orientar a las personas cercanas para que sepan actuar ante una situación de estas.
Finalmente y no menos importante, se sugiere acudir a un profesional de la salud mental principalmente cuando estos están empezando a afectar negativamente diferentes áreas de nuestra vida y a su vez la calidad de la misma para así identificar y superar las posibles causas.
Por: Psicóloga Paola Agudelo