La familia es considerada como el escenario socializador primario de formación de los individuos. Es aquí en donde se empiezan a dar los primeros pasos en ese complejo y delicado aprendizaje de las competencias sociales. Posteriormente, nuestros hijos deben “dejar el nido” y prepararse para crear y consolidar sus propios núcleos, y llevan consigo tradiciones, valores, pautas y patrones de comportamiento; pero así́ como se supone que es la familia el nicho primario que ofrece fortaleza, seguridad y protección, también puede ser el foco de origen de malestares posteriores, a lo que he hecho referencia en otros blogs y transmisiones en vivo como: “Sistema de creencias”.
Leer blog: Sistema de creencias
Con base en lo anterior, los patrones de crianza se entienden como el modelo de formación que el padre y la madre emplean en el proceso de educación de los hijos. Esto implica la transmisión de valores, el establecimiento de prioridades y la definición de expectativas sobre el comportamiento que se espera por parte de los hijos. Uno de los puntos más estudiados y debatidos dentro de los patrones de crianza, es la forma en cómo se maneja y se administra la autoridad y el poder, esto se traduce en una forma particular de generar y administrar reglas, normas y límites, así ́ como de premios, estímulos, castigos o sanciones, prácticamente, el cómo hacemos que nuestros hijos comprendan cómo funciona la sociedad más allá del hogar. La comprensión inicial de normas y reglas que empiezan desde ese núcleo primario del cual se espera que salgan “Educados”.
[adrotate banner=»11″]
Es precisamente aquí donde se hace importante entonces definir de forma teórica los cuatro estilos de crianza que, hasta la fecha, se han logrado identificar en las familias tanto colombianas como a nivel mundial:
Estilo Democrático.
(Alta coerción/imposición y alta aceptación/implicación): “Lo constituyen aquellos padres que se esfuerzan en dirigir las actividades del hijo, pero de una manera racional y orientada al proceso. Estimulan el diálogo verbal y comparten con el hijo el razonamiento que subyace a su política. Valoran tanto los atributos expresivos como los instrumentales, las decisiones autónomas y la conformidad disciplinada. Ejercen el control firme en puntos de divergencia, pero utilizando el diálogo. Reconocen sus propios derechos especiales como adultos, pero también los intereses y modos del hijo. Afirman las cualidades presentes del hijo, pero también establecen líneas para la conducta futura, recurriendo tanto a la razón como al poder para lograr sus objetivos” (Calle, Iborra y Corrales, 2008).
Estilo permisivo.
(Baja coerción/imposición y alta aceptación/implicación): “Lo constituye aquellos padres que intentan comportarse de una manera afectiva, aceptando los impulsos, deseos y acciones del hijo. Consultan con ellos las decisiones internas del hogar y les proporcionan explicaciones de las reglas familiares. Permiten a sus hijos regular sus propias actividades tanto como sea posible, ayudándoles con las explicaciones y razonamientos, pero evitan el ejercicio del control impositivo y coercitivo, y no les obligan a obedecer ciegamente a pautas impuestas por las figuras de autoridad, a no ser que estas sean razonadas” (Calle, Iborra y Corrales, 2008).
Estilo Autoritario.
(Alta coerción/imposición y baja aceptación/implicación): “Lo constituye aquellos padres que intentan modelar, controlar y evaluar la conducta y actitudes del hijo de acuerdo con un conjunto de normas de conducta, normalmente de forma absoluta. Valoran la obediencia como una virtud y favorecen medidas punitivas y de fuerza para doblegar la voluntad cuando las acciones del hijo o las creencias personales de este entran en conflicto con lo que piensan que es una conducta correcta. Confían en la inculcación de valores instrumentales como el respeto a la autoridad, respeto por el trabajo y respeto por la preservación del orden y de la estructura tradicional. No potencian el dialogo verbal, y creen que el hijo debería aceptar solamente su palabra, ya que es la correcta” (Calle, Iborra y Corrales, 2008).
Estilo Negligente.
(Baja coerción/imposición y baja aceptación/implicación): “Lo constituye aquellos padres que tienen serias dificultades para relacionarse o interactuar con sus hijos, al igual que para definir los limites en sus relaciones con ellos, permitiendo con indefensión que sean los propios hijos quienes las definan. Aceptan con dificultades los cambios evolutivos de sus hijos y tienen pocas expresiones de afecto. No se implican en las interacciones con ellos y no supervisan constante y consistentemente las actividades de los hijos” (Calle, Iborra y Corrales, 2008).
Con base en lo anterior, les planteo las siguientes preguntas:
- ¿Cuál considera que es el estilo de crianza implementado por usted y por qué?
- ¿Cuál consideran que es el estilo ideal y por qué?
- ¿Cuál consideran que es el estilo ideal y por qué?
Finalmente es importante que todo padre, madre y/o cuidador reconozca su estilo de crianza actual, también es necesario que observemos si estamos actuando de alguna forma para poder modificarla siempre a favor de nuestra familia. Los invito también a recordar que no se es negligente si debes trabajar todo el día para poder llevar sustento a tu familia, simplemente las condiciones sociales y económicas de nuestro país no nos ayuda mucho en este aspecto. Generalmente nos vamos a encontrar con profesionales quienes demandan y aseguran que se debe pasar tiempo con nuestros hijos, pero muchas veces no tienen en cuenta la realidad de muchas de las familias Colombianas.
Compartimos la presentación de la charla
Diseño de Diana LizÚltimas entradas
Categorías