HABLEMOS DE EMPATÍA Y PREVENCIÓN del suicidio.

Si te encuentras en una emergencia dirígete a alguna de las: Líneas de atención de primeros auxilios psicológicos

En la vida, nadie despierta un día y decide que ya no quiere existir. El suicidio es una historia tejida en los rincones oscuros de la mente, una suma de silencios, de gritos ahogados y de un cansancio que va más allá de lo físico. Es la consecuencia de un dolor que ha sido ignorado por demasiado tiempo. ¿Por qué seguimos evitando hablar de esto? El suicidio no es contagioso. No se puede inducir por una conversación honesta. Al contrario, el silencio mata más que las palabras. La prevención no está solo en los manuales de psicología, sino en la capacidad de escuchar sin juzgar, de sostener una mano sin intentar dar soluciones inmediatas.

“Y me di cuenta que en realidad no quería morir, solo quería que esa parte de mi vida terminará, para dar espacio al amor y sobre todo volver a encontrarme»

Hablar del suicidio es un tema que toca fibras y sensibilidades porque en algún momento hemos pensado en culminar con nuestra vida o simplemente alguna persona allegada lo ha pensado, intentando o consumado. Lo más desconcertante es la cantidad de comentarios que se generan cuando esto sucede, la frialdad y el estigma de las personas que juzgan, por lo que la falta de empatía y de comprensión también nos ha llevado a actuar de una manera desmedida ya que aunque estemos rodeados de personas el sentimiento de soledad nos invade, carecemos de una conexión emocional fuerte además de unas estrategias de afrontamiento inadaptarías en donde solo vemos como salida el terminar con el sufrimiento, sin embargo, si alguna vez has sentido que el peso es demasiado grande, quiero recordarte que hay historias que aún no has leído, risas que aún no has escuchado y personas que, aunque no lo creas, aún te están buscando. No estás solo en esto.

El suicidio no es contagioso. No se puede inducir por una conversación honesta. Al contrario, el silencio mata más que las palabras.

Quiero dejar está nota, que me parece oportuna ante el tema propuesto “Y me di cuenta que en realidad no quería morir, solo quería que esa parte de mi vida terminará». Para dar espacio a la luz y esperanza, para dar espacio al amor y sobre todo volver a encontrarme”, esto me lleva a pensar en la importancia de encontrar un nuevo comienzo y permitirnos sanar, darnos la oportunidad de reconstruirnos y redescubrir quiénes somos más allá del dolor. Se trata de transformar el dolor en aprendizaje, soledad en autoconocimiento y la desesperanza en pequeños destellos de luz donde nos damos permiso de existir sin la carga del pasado y con la promesa de un futuro que aún puede sorprendernos.

El suicidio se puede prevenir, pero requiere un esfuerzo conjunto de la sociedad. La educación, la desestigmatización y el acceso a servicios de salud mental son clave para salvar vidas. Si tú o alguien que conoces está pasando por una crisis, no dudes en buscar ayuda. Hablar sobre el suicidio y de lo que te pasa no es una señal de debilidad, por el contrario, es un acto de valentía.

Quiero compartirte está actividad que fomenta la resiliencia y nos permite tener una perspectiva un poco más compasiva con nosotros mismos/as ante situaciones de crisis:

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